Anoche no pude dormir por la quisquillosa idea de que se acabaría el mundo. Ha sido una tortura recordar las numerosas predicciones falsas que suscitaron en mí esta preocupación y el de la humanidad. Desde el final del imperio romano ya van más de 183 fraudulentos presagios. Me preguntaba ¿y si esta vez la profecía del final del calendario Maya se cumpliera, si la tierra se oscureciera de pronto y viéramos descender un ejercito de ángeles o extraterrestres para hacerlo arder como a Sodoma, si además de ello los cuatro jinetes del apocalipsis después de cumplir con su tarea de sembrar victoria, guerra, hambre y muerte en la Tierra entregaran las actas de su cumplimiento, o si las cuartetas de Nostradamus adelantaran su final del 3,797 a este próximo viernes veintiuno de diciembre del 2012 ?.
Aún soñoliento y sintiéndome un profeta, recorrí varios centros comerciales para calmar mi ansiedad procurando advertirle a los demás mi preocupación, quienes masivamente y sin perder el entusiasmo aún seguían comprando sus regalos de navidad...busque un reloj para medir el tiempo que me restaba y entonces, recordé haber leído alguna vez sobre una vieja inscripción en uno de Leipzig-Alemania, que decía "La muerte es cierta, pero la hora incierta".
Hasta el momento de escribir las ultimas líneas de este pasquín, no lograba reunir el suficiente material histórico para demostrarles que esta vez sí se acabaría el mundo, tan solo encontraba algunas reseñas mitológicas al respecto, pero entonces solo me ocurrió recordar a Antonio Machado cuando nos escribió sobre el final de una vida en su trascendental obra poética:
"Y al cabo, nada os debo; debéis me cuanto he escrito,
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar."
Medite bien sobre tan importante tema y no tarde en entender que la vida siempre será mezquina con la alegría y por eso ella muere cada día y en cada segundo que transcurre. Que cada humano es un ser privilegiado en saber que su vida o la de sus seres más queridos se extinguirá en el algún momento suscitado o no, tarde o temprano. De pronto, un aire frío reconforto mi ansiedad y acaricio mi rostro, un haz de luz atravesó las cortinas de mi habitación aliviando mi despertar y anunciando lo único que sí sucederá, la llegada de un nuevo solsticio de verano.
"El fin del mundo siempre llegará. Lo que hayamos hecho antes de ese día es lo que cuenta, es lo único que importa".