Manuel Jesús Orbegozo (MJO), lucha contra la enfermedad del cáncer, ha desafiado muchas veces en desconectarse de los aparatos controladores y saltar de su cama del Hospital Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN). Seguramente para correr una vez más hacia la realidad que hay a su alrededor.
Él muestra una valiente lección más a sus alumnos de la Universidad San Marcos, como las muchas pericias que demostró en sus años de periodista y encantó a millones de lectores del mundo, con cientos de narraciones de sus hermosos artículos. Por su originalidad, de un estilo inédito u Orbegociano. Como las veces que le fluyó la adrenalina para darnos "la entrevista exclusiva" de algún personaje o suceso mundial ó el reportaje a uno de los tantos Premios Nobel que logró entrevistar.
Siendo el único periodista peruano con nueve viajes alrededor de la tierra y como enviado especial, una vez estando en Etiopía, país donde se morían diariamente alrededor de cinco mil personas por el hambre, él, apenas en un día llegó ver a cien. En un instante, alcanzó retratar a la muerte en el rostro desnutrido de un niño, en el justo momento que era arrebatado de la piel pegada al hueso de su madre y al darse cuenta que a su lado; un periodista español con quien compartían juntos estas macabras escenas, no podía contener su llanto de desesperación, MJO con sangre fría, apretaba el botón-pulsador de su cámara fotográfica para poder cumplir con el deber de traer en exclusiva las reproducciones a las oficinas del diario "El Comercio" en Lima.
Siendo el único periodista peruano con nueve viajes alrededor de la tierra y como enviado especial, una vez estando en Etiopía, país donde se morían diariamente alrededor de cinco mil personas por el hambre, él, apenas en un día llegó ver a cien. En un instante, alcanzó retratar a la muerte en el rostro desnutrido de un niño, en el justo momento que era arrebatado de la piel pegada al hueso de su madre y al darse cuenta que a su lado; un periodista español con quien compartían juntos estas macabras escenas, no podía contener su llanto de desesperación, MJO con sangre fría, apretaba el botón-pulsador de su cámara fotográfica para poder cumplir con el deber de traer en exclusiva las reproducciones a las oficinas del diario "El Comercio" en Lima.
Las dramáticas escenas de los enfermos del cáncer en el INEN, no son tan diferentes a las de Etiopía, seguramente así él lo pensaría. Mientras en otros países se salvan el 90% por ciento de niños con esa enfermedad, en nuestro país es solo el 10%. El esfuerzo de esta importante institución, de sus médicos y enfermeras, simplemente no es suficiente. Como ejemplo, cito las siguientes experiencias que hace muy poco tuve en aquel hospital por las medicinas:
Uno se tarda el promedio de una hora o más, para poder ser atendido en su farmacia y un catéter (que en EEUU desechan) cuesta alrededor de ciento ochenta nuevos soles, además se hace notar la falta de los elementos necesarios para una atención especial a los familiares de los pacientes, que son la otra parte dolorosa o más aún. Se pueden observar a los mismos enfermos, arrastrar sus cuerpos débiles y desgreñados por el tratamiento, teniendo que hacer una larga cola de pie o en el suelo, para ser atendidos.
El periodismo escrito es la madre del periodismo y MJO es el periodista peruano de mayor prestigio según el exigente critico Marco Aurelio Denegri. Además este género literario, así como lo califica el escritor Gabriel García Márquez, es desde hace algunos años una profesión en nuestro país, gracias a periodistas natos y custodios de nuestra cultura, como MJO y al rigor religioso de su dedicación.
Algunos personajes conocidos y entrevistados por MJO:
Ernest Hemingway, a la Madre Teresa de Calcuta (cuyo rosario él guarda celosamente), Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Lech Walessa (en la clandestinidad), Pol Polt ( minutos antes de su derrocamiento) etc. Asistiendo a guerras, citas cumbres, desastres, Olimpiadas. Fué siempre silencioso y humanista en su carrera, predicando que la soberbia es siempre negativa para el espíritu humano.